El Papa Juan Pablo II afirma que el «sígueme» de Cristo «se hace sentir la mayoría de las veces ya en la época de la juventud, y, a veces, se advierte incluso en la niñez».
«Como demuestra una larga experiencia, la vocación sacerdotal tiene con frecuencia, un primer momento de manifestación en los años de la pre adolescencia o en los primerísimos años de la juventud, incluso en quienes deciden su ingreso en el Seminario más adelante no es raro constatar la presencia de la llamada de Dios en períodos muy anteriores» (
Dir. S. Menores, 15).
«La devoción a la Virgen que debe ser grande, tierna y constante debe llevar sobre todo al seminarista menor al deseo de imitar a nuestra Madre celestial, ya que como decía San Juan Bosco: “Si verdaderamente aman a la Virgen deben esforzarse por imitar sus virtudes”» (
Dir. S. Menores, 27).
«Como en todas las casas del Instituto la Santa Misa es el centro de la vida, es el sol que ilumina la vida interior, el apostolado, el trabajo, toda actividad» (
Dir. S. Menores, 15).
«El juego y la recreación son un signo de salud del alma y del cuerpo del niño. Hay que crear las condiciones y ofrecer los medios para que el niño aprenda a jugar y a divertirse». (
Dir. S. Menores, 94.95)
«Durante un mes, en las vacaciones de verano, se hará una convivencia o campamento, “el contacto con la naturaleza, con su belleza y paz, nos renueva y reconforta” (Juan Pablo II), enriquece y llena el alma» (
Dir. S. Menores, 96).